A finales del siglo XIX y principios del XX, Baños era un pueblo eminentemente agrícola, la elaboración del embutido era un pequeño embrión que comenzaba a formarse en ese momento, un complemento en la pequeña economía local. A veces la verdadera noticia no aparece en los medios de comunicación, cuando se produce, y es muy difícil encontrar crónicas, sobre esta industria subyacente, por aquel entonces.
Por lo dicho anteriormente, la fiesta de San Isidro era muy significativa para los habitantes de la localidad, que en su gran mayoría eran agricultores y sus mayores preocupaciones estaban en los cultivos, cereales, legumbres y sobre todo las viñas, el vino era una de sus principales fuentes de ingresos.
Siguiendo con la celebración de San Isidro, hallamos datos de la misma, en un artículo del periódico La Rioja de fecha 17/05/1909, y en las crónicas sobre Baños de Jerónimo Jiménez de 1927. Aunque los actos eran básicamente parecidos a los de hoy en día, hemos sacados algunas curiosidades. La crónica del diario nos cuenta, como las rondallas amenizaban las calles, distinguiéndose una de ellas denominada los Joches, y no podían faltar en la fiesta, ni entonces ni ahora partidos de pelota, pues siembre hubo grandes pelotaris, de eso ya hablaremos en otro momento.
En el escrito, del cronista Jerónimo Jiménez, podemos apreciar que entonces la iglesia tenía un coro con un órgano de una antigüedad sin determinar, que desapareció en la reforma de la década de los cincuenta del pasado siglo, con el que se amenizaban los actos religiosos, y se disponía de un organista, que en ese momento era un tal Jenaro Barragán. El centro neurálgico de la fiesta, era el edificio del Sindicato Agrícola Católico, la imagen del santo se exponía en su amplia balconada, excepcionalmente adornada, se celebraba en el mismo, un aperitivo para lo socios, y los bailes para los bañejos duraban hasta bien avanzada la madrugada.
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