No quiero finalizar este año, sin recordar que se han cumplido cien años de la colocación de la primera piedra de uno de los edificios más emblemáticos de Baños, me refiero al de la Casa de Cultura, que fue también sede de las antiguas Escuelas Municipales.
El día 20 de septiembre de 1920, fue una jornada de gran júbilo entre los bañejos, ya que se llevó a cabo el acto de colocación de la primera piedra para la construcción de su nuevo edificio escolar, cuyo arquitecto fue el ilustre riojano Fermín Alamo Ferrer, dentro de sus conocidas obras podemos citar la de la Plaza de Abastos o Mercado de San Blas de Logroño. El estado subvencionó el 50% del presupuesto total de la obra, unas 45.000 pesetas, sobre las 90.000 proyectadas, gracias a la mediación del representante en Cortes Alberto Villanueva.
A las once en punto de la mañana de dicho día, el pueblo en masa se situó en la carretera para recibir a los visitantes, siendo portadores de numerosas banderas los niños y niñas de las escuelas, aparecía también un gran cartel con dedicatoria a los señores Villanueva que se consideraban como los artífices de este logro.
A la entrada del pueblo fue levantado un artístico arco adornado con flores y guirnaldas. Con la llegada de las autoridades invitadas, entre las que se encontraban Alberto Villanueva y su padre Miguel, expresidente del congreso de diputados que eran los protagonistas de la celebración, el Ayuntamiento les dio la bienvenida, seguidamente la comitiva se dirigió a los terrenos en los que había de colocarse la primera piedra de las proyectadas escuelas.
Llegados a dichos terrenos, se procedió a la bendición, y a continuación fue firmada el acta que, envuelta en un número del periódico LA RIOJA, fue encerrada en una artística caja de zinc y colocada debajo de la primera piedra. Tomaron la palabra distintas autoridades, dando las gracias por su recibimiento y por lo que suponía esta obra para el progreso, educación, paz y bienestar del pueblo.
Seguidamente, todos los presentes se trasladaron a la calle Mayor, a la que desde aquel día, según el acuerdo adoptado por el Ayuntamiento, pasaría a denominarse “Alberto Villanueva”, siendo descubiertas las placas correspondientes, y tras los discursos de rigor, en medio de grandes ovaciones y el atronador estampido de cohetes, la comitiva se dirigió hacia los salones del Sindicato Agrícola Católico, donde se celebro un ágape para más de ciento cincuenta comensales. Al termino del popular banquete, fueron despedidos los ilustres visitantes, siguiendo los bañejos con los festejos que había programado el Consistorio y que entraban dentro de las fiestas de ese año. (Datos extraídos de las Crónicas de los años 20-30 en Baños de Río Tobía de Jerónimo Jiménez Martínez).